ARTE Y MALABARISMO CALLEJERO
POR: SONIA MARISOL APAZA MAMANI
Hoy 07:15 a.m. un lunes normal tratando de llegar al trabajo voy caminando al encuentro de un motorizado hacia villa Adela de la calle dos de la zona 12 de octubre de la ciudad de El Alto, y tal parece no existir señal de encontrar uno.
Espero
pacientemente mientras tanto sorprendida
veo que jóvenes turistas hacen distintos malabares y piruetas para entretener e
los pasajeros que están dentro de los vehículos. Tienen sólo unos segundos para demostrar su
destreza con fuego, mazas o cuchillos, aprovechando la luz roja de los
semáforos. En ese momento sus piruetas se apoderan de las esquinas y, si
reciben algunas monedas de los conductores
Ya son las 07:51,
me quede viendo, no me fijé que la hora
había avanzado y llegaría muy atrasada a la oficina, y aun no encontraba un
motorizado. Así que me quede resignada. Y aproveche para acercarme a los jóvenes a hacerles una entrevista.
Raúl Seemann un
joven de Chile, él y sus amigos llegan a Bolivia por lo general los primeros
tres meses de todos los años para convertirse en parte del paisaje urbano. El
utiliza los cuchillos no para cocinar y menos para cortar algo al contrario los
tira al aire y los agarra cuando estos caen
Cerca a las 10:00 ya están algo casados se reúnen y
juegan cartas, Nicole Palacios de 19
años, acaba de llegar a Bolivia y conoció el salar de Uyuni, el cual le pareció
mágico. Para ella no es difícil viajar de esta forma, lo único que necesitan
las personas es animarse a trabajar. Ella comenta que son molestos para algunos
conductores, entretenidos para otros e incluso invisibles ante el caos del
tráfico y la premura por llegar a destino.
Es hora de
volver al ruedo dicen, 10:45 regresan a la esquinas, “Para mí es el mejor
oficio de la vida porque une el trabajo con el viaje. ¡Qué más puedes pedir!”,
exclama Nicole .
Dennis Roeder,
es un brasileño hijo de alemanes. Tiene un traje de payaso, hace malabares y
música. Para él, las personas que critican su manera de viajar están muy
condicionadas a tener una forma de vida y cuando alguien rompe con sus
parámetros establecidos, no son capaces de comprenderla y aceptarla. Su
objetivo principal es ganar dinero para seguir viajando por los principales
atractivos de Bolivia, como el salar de Uyuni, Sorata, Potosí, entre otros.
Luego se traslada a países vecinos, y desde allí hacia donde el destino los
lleve. Eso sí, gastando muy poco dinero.
Cuando ya son 12:10 Preparan sus alimentos como pan, atún, palta a otros que
les fue bien prefieren ir a comer en los mercados populares. Para lograr su
objetivo la mayoría hace más de una cosa: malabarismo, dibujo, pintura y
artesanía.
DE 80 A 150 POR DIA.
Al ritmo de las
luces de los semáforos a las 13:00, piden la colaboración de los conductores y,
dependiendo de cuántas horas le dediquen, pueden ganar entre 80 y 150
bolivianos al día.
Las personas que
frecuentemente más dinero les dan son las que están con niños en el vehículo o
con la familia. No obstante, nunca se sabe
quién dará una moneda. Ellos lo llaman “aporte voluntario” es por lo general de uno a cinco bolivianos
por motorizado y se gana más durante los fines de semana.
Quienes llevan
años haciendo arte callejero para poder viajar, regresan a sus países de origen
por algunos meses, pero la aventura de conocer nuevos lugares puede más que
ellos y cuando se dan cuenta están en el camino nuevamente. Se han convertido
en ciudadanos del mundo.
Ya son 14:25 en ese grupo existe una pareja de
novios Matías Pérez de 32 años y Stephany Lafuente de 21 años, es boliviana,
Según ella, vivir viajando es una forma de crecer. Ellas viajan juntas. Una
toca la conga y ella hace malabarismo al ritmo del instrumento.
Para ella, la
práctica de los malabares o hacer artesanía se aprende de los mismos viajeros.
Esta joven ha viajado por diferentes países y recuerda que el lugar de Bolivia
en el que más ganó dinero fue en Tarija. “El movimiento en La Paz no es tan
intenso”, dice.
“Hay meses en
los que no tienes nada de dinero, pero la gente siempre ayuda para pasar el
día. En Bolivia me parece que cada quien tiene su negocio y gana su propio
dinero, eso hace que uno gane más”, comenta Matías.
Artistas de la calle
Ya por la tarde
a las 16:00 Janes Yoann de origen
francés, que tiene 26 años y que en su país es artista callejero. Decidió
aprender a hablar español, pero no en una academia sino visitando Sudamérica.
Inició su viaje pasando por varios países, pero le falta conocer toda Bolivia,
Brasil y Colombia.
A diferencia de
lo que hacía en Ecuador o Perú, Yoann hace malabares sólo por gusto, no para ganar dinero porque
considera que aquí no se puede ganar mucho.
“Viajar así es
mejor, que tener un trabajo estructurado en donde no te dan permiso ni cuando
te enfermas o tienes problemas”, dice mientras hace una simba de macramé para
el cabello.
“Lo mejor de
viajar así es que trabajas bajo tus términos, y tus tiempos, la gente que
conoces y las experiencias que vives no se consiguen en un viaje programado”,
asegura.
Al final de la
tarde ellos recogen sus cosas o implementos de trabajo se van al centro de la
San Francisco a hacer el arte callejero.
Fue una
interesante tarde con los “mochileros” llamados así también. Estos seis jóvenes
viven la vida de acuerdo a sus sueños de viajes y aventuras la frase que más me
llamo la atención fue “…si yo estaría al
pendiente de todos los problemas que te da la vida yo estaría todo los días
llorando y me moriría de tristeza…”
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